martes, 26 de mayo de 2009

Juan Gelman

El caballo de la calesita

Trajin, ciudad y tarde Buenos Aires.
Aire de plaza, ruido de tranvia.
(Galopando una musica de tango
gira el caballo de la calesita.)

Los hombres van y vienen. Una vieja
vende manzanas en aquella esquina.
(Corazón de madera, ojo pintado,
gira el caballo de la calesita.)

Un grave industrial hace negocios.
Un vago duerme junto a la banquina.
(Transitado de risas y de niños
gira el caballo de la calesita,)

Una pareja se ama. Un angustiado


compra cianuro, escribe y se suicida.
(Ha muerto un ruiseñor. Pero no llores,
gira, el caballo de la calesita.)

Os contare una historia maravillosa y cierta.
Una tarde (el crepusculo lentamente caia)
se me lleno la boca de soledad. Despierta
era mi sangre. Mi alma ni un pajaro tenia.

Caminaba. A lo lejos se oian los violines
que el crepusculo toca para verme más triste.
Mi alma se vestia de lentos adoquines.
(Mi alma en la soledad no se desviste.)

Iba sin una luz, sin una rosa.
Sin un poco de mar, sin un amigo.
Me vio el caballo de la calesita,
me vio tan solo que se fue conmigo.

Y ahora en mi corazón y desde entonces,
transitado de niños y de risas,
prisionero en mi musica voltea,
gira el caballo de la calesita.

(Tiene el ojo pintado.
Su corazón es de madera limpia.)

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