viernes, 22 de mayo de 2009

Guiraldes Ricardo

Aconcagua

Cima. Altura. Cono tendencioso, que escapas de la tierra, hacia la coronación rala de aires eternos.
Aspiración a lo perfecto.
Gran tranquilo. Eterno mojón de cataclismo, cernido de nubes que lloran en tus flancos pétreos, desflocando sobre tu dureza la impotencia blanduzca de sus velámenes, esclavos del viento.
Indiferente.
Caótica cristalización.
Rezo de piedra.
Véngame tu firmeza inconmovible. Dios del silencio. Dios de aspiraciones hacia la perfección sideral.
¡Oh! tú que escapas a la tierra.
Impulso en catalepsia.
Borbotón solidificado.
Serenidad, hecha materia, que duermes al través de los siglos, imperturbablemente.
Vuelo en letargo.
Véngame tu estabilidad perenne, oh, pacificador inerte; dame tu sopor inmutable y la paz de tu quietismo de esfinge geológica.
¡Aconcagua!

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