jueves, 11 de junio de 2009

Poetas persas


Rudakí Samarcandí (859-c.941)


Vive felizmente con las de ojos negros
que el mundo no es nada mas que viento y fábula.
Alégrate de lo que has conseguido
y no recuerdes el pasado.
Para mi aquel rizado y perfumado cabello,
para mi aquella cara de luna que es de raza de ángeles.
Afortunado es el que utiliza y obsequia,
desafortunado el que no utiliza y ni ofrenda.
Este mundo de anhelo es como el viento y la nube,
acerca el vino, ¡pase lo que pase!

*

El olor del arroyo Mulian viene a mí
El recuerdo del amigo viene a mí
Los guijarros del Amu Daria y su rigidez
Se me antoja como seda bajo mis pies

Oh Bujara regocíjate y vive una larga vida
Que el emir de tu vida, invitado viene a ti


Abul Qasem Ferdosí (935-1020)


Qué no pasemos mal la vida de este mundo,
empleemos la mano de la bondad para nuestros esfuerzos.
Ni lo bueno ni lo malo es eterno,
entonces será mejor que la bondad quede como recuerdo.
Aquel tesoro, los dinares y el castillo
no te servirán de nada.
El bendito Fereidún no era un ángel,
ni estaba hecho de almizcle y ámbar,
consiguió su fama de bondadoso por dar y ofrecer


Attar Neišaburi (1142-1229)


Me perdí tanto en mi mismo que he desaparecido incluso para mi,
era una gota de rocío del mar y me ahogué en el mar.
Al principio era una sombra tirada y despreciada en el suelo,
justo cuando apareció el sol, me desaparecí.
Parece que era sólo un momento cuando vine o fui,
ésta llegada sin rastro y salida sin aviso.
Camina en la ruta de su amor si eres sapiente,
sin remedio me convertí en conocedor e ignorante en su amor.
Como hay que ser todo ojo y al mismo tiempo ciego,
mira lo extraño de hacerme mirador ciego.
Al ver el corazón de Attar fuera de los dos mundos,
por el efecto del mismo, me convertí en enamorado y atraído.


Yalal ud-Din Mohammad Baljí (1207-1273)


Nosotros hemos quemado el encargo, el comercio y la expendeduría,
y en su lugar hemos aprendido la poesía, la lírica y las cuartetas .
Por el amor que es nuestra vida, nuestro corazón y nuestros ojos,
hemos quemado los tres; la vida, el corazón y los ojos.

Eres la luz de mi corazón y la tranquilidad de mi vida.
Siembras la discordia y luego la calma.
Me preguntas ¿cuáles son los signos de amor?
Su única señal es que no tiene señales.

En nuestra mente está la intención de hacer otras cosas,
nuestra amante es aún más bella.
Juro por Dios, que tampoco nos satisface el amor,
aunque después de éste otoño hallaremos una nueva primavera.


Sadi Širazi (1209-1290)


Ha dado y dará muchas vueltas la historia,
al inteligente no le atrae el mundo.
¡Oh tú! que tienes poder haz algo,
antes de que seas incapaz.
Es mejor que quede la buena memoria de la persona
que una casa dorada y bonita.
¿Quién sabe si vivirá al año que viene,
o dónde se habrá ido el que era nuestro amigo?
¡Oh hermano mío! tener una bella apariencia no es nada,
ofrece una bonita belleza interior.
Si el cielo te otorga grandeza y superioridad,
custodia a los inferiores por siempre.


Saeb Tabrizí (1607-1675)


Bendito sea el que tiene un rincón de tristeza en los dos mundos,
siempre mete la cabeza en el cuello de luto.
Tú no eres hombre que conversa con el corazón,
no sabes que maravilloso es meter la cabeza en el cuello.
Los labios de la copa no se cierran de alegría,
y el suelo de la taberna tiene un buen sueño sin preocupaciones.
Tú estás absorto en el mundo de tus meditaciones,
no sabes que mundo más extraño tiene nuestro perfecto pensamiento.


Orfi Širazí (1555-1590)


Di vueltas por el mundo y verdaderamente no encontré,
ninguna ciudad ni tierra donde vendieran un buen destino.
Tráeme la mortaja y el ataúd, y oscurece tu camisa,
que el día de hoy es médico, y la cura está enferma.
De la catapulta del cielo nos llueven piedras de desorden,
y yo vanamente me escapo a las vallas de cristal.
De esta forma que hierven suspiros y no rechisto,
no te extrañes si sale fuego de mi como el árbol del plátano.
El tiempo coqueto me ha atado la mano,
me corta con la navaja y dice ráscate la cabeza.
Si me matan los gestos sensuales de amor o la tristeza de separación,
no van a oír de mi ni alegría ni suplica.
La flor de mi vida está tan marchita,
que la muerte no se la pone sobre su turbante por deshonor...


Qaaní Širazí (1807-1853)


De los hechos plantados me basta un racimo,
sobre la tierra me basta una esquina.
¿Hasta cuándo damos vueltas alrededor de la cosecha como los bueyes?
me basta un grano de alimento, como al pollo.

No se quedarán ni el vino ni el ánfora de la bebida,
Ni la sencillez ni el nombre sencillo quedarán.
Somos nacidos de la madre de nuestro tiempo, pero
no quedarán ni el nacido ni la madre del nacido.

Por toda la vida los reyes instruyen al ejercito,
para conseguir un gozo con muchos infortunios, para medio respiro.
Bendita sea la voluntad de los derviches en el mundo,
que ellos con una bocanada consiguen doscientos gozos.


Foruqi Bastami (1798-1857)


Qué bien si abres los rizos de tu pelo,
y liberas a tus locos encadenados.
Nuestra locura es algo digno de ser visto,
así pues, ven a vernos tú también.
Te has comprometido a acabar conmigo ensangrentándome,
tengo las manos imprecando para que cumplas tu promesa.
¿Sabes cuál es el resultado final de enamorarse?
Ver al amando y dar la vida por él.
¿Hasta cuándo podemos esperar la resurrección?
Levántate a suscitar miles de resurrecciones.


Aref Qazwiní (1882-1933)


El vestido de la muerte sienta bien al cuerpo de todo el mundo,
¿cómo es que a nosotros no nos queda bien esta ropa?
La violencia sobrepasó su limite y nadie pregunta,
¿dónde están los limites de nuestra casa sin morador?
¿Por qué no declara el parlamento,
que la casa es nuestra o de los extraños?
El país está destruido por los ladrones caseros,
¿Por qué nos lamentamos por los demás? Si todo lo que nos pasa es por nuestra culpa.


Iray Mirza (1873-1925)


Vosotros, los agradables que estáis en el mundo,
o los que vendréis después al mundo,
este que ha dormido en esta tierra soy yo,
soy Iray, el de palabras dulces.
Aquí yace la tumba del amor del mundo,
un mundo de amor está oculto aquí.


Nima Yušiy (1896-1960)


Han quedado de las noches lejanas
en el camino oscuro del bosque,
cantos de un horno pequeño
y su fría ceniza.

Como en la neblina de mis aburridos pensamientos,
rastros de una imagen, cualquier cosa en ella,
un cuento, su resultado un dolor.

Mi dulce día que estaba a mi favor
ha cambiado de color,
se ha enfriado, se ha endurecido como la piedra,
con el otoño de mi vida, ironía de una primavera de rostro pálido.

Del mismo modo han quedado de las noches lejanas
en el camino oscuro del bosque,
cantos de un horno pequeño
y su fría ceniza.


Sohrab Sepehri (1928-1980)


Y un mensaje en el camino

Vendré un día y traeré un mensaje,
meteré luz en las venas,
y alzaré la voz:
¡Oh vosotros que tenéis la cesta llena de sueño!
Traigo manzana, manzana roja del sol.

Vendré, daré un jazmín al mendigo.
Obsequiaré otro zarcillo a la bella leprosa.
Diré al ciego: ¡Qué vistoso es el jardín!
Seré un errante, daré vueltas por los callejones.
Pregonaré: ¡Rocío, rocío, rocío!

Un pasajero dirá: Verdaderamente es una noche oscura.
Le daré una galaxia.
En el puente hay una chiquilla sin piernas,
le colgaré la Osa Mayor del cuello.

Eliminaré todos los insultos de los labios.
Tiraré todas las paredes de su sitio.
Diré a los salteadores de caminos:
Ha llegado una caravana y su mercancía es la sonrisa.
Romperé las nubes.
Araré los ojos con el sol, los corazones con el amor,
las sombras con el agua y las ramas con el viento,
y juntaré el sueño del niño con el murmullo de los grillos.
Levaré globos al cielo.
Regaré las plantas.
Iré donde se están los caballos y las reses y les echaré verde hierba de caricia.
Para la yegua sedienta, traeré un cubo de rocío.
Para el burro viejo, espantaré sus moscas en el camino.

Vendré sobre todos los muros,
plantaré claveles.
Debajo de cada ventana recitaré un poema.
A cada cuervo daré un pino.
Diré a la serpiente: ¡Qué encanto tiene el sapo!
Haré amistad.
Daré reconocimientos.
Pasaré caminos.
Tomaré la luz.
Amaré.


Simin Behbahaní (1927)


Te reconstruiré, Patria,
Aunque sea con el adobe de mi alma.
Levantaré columnas para sostener tu techo,
aunque sea con mis huesos.
Oleré de nuevo en tí la flor,
para agradar a la generación joven.
Te limpiaré de nuevo la sangre
con el torrente de mis lágrimas.
Llegará otra vez un día luminoso
y la oscuridad abandonará la casa.
Pintaré mis versos
del azul de nuestro cielo y
aunque lleve cien años muerta
permaneceré de pie sobre mi tumba
para lanzar un grito tal
que destroce el corazón del diablo...


Forugh Farrokhzad (1935-1967)


Sólo el sonido permanece
¿Por qué debería pararme? ¿Por qué?
Los pájaros se han ido en busca
de la dirección azul.
El horizonte es vertical, vertical,
una fuente alzándose;
y en los límites de la visión
los planetas brillando tejen
la elevación de la tierra, repitiéndose,
y los respiraderos
se vuelven túneles conectados;
y el día es una inmensidad,
que no abarcan las estrechas mentes
de los gusanos de la prensa.
¿Porqué debería parar?
La carretera atraviesa los capilares vitales,
la calidad del entorno
en el seno del útero lunar
matará las células corruptas.
Y en el espacio químico tras el amanecer
solo hay sonido,
Sonido que atraerá las partículas del tiempo.
¿Por qué debería pararme?
Qué puede ser un pantano.
Qué puede ser un pantano sino un nidal
de insectos corruptos.
Los cuerpos hinchados garabatean reflexiones
de tanatorio,
el afeminado oculta
sus carencias en lo oscuro
y el bicho… ah,
cuando habla el bicho
¿por qué debería callarme?
El esfuerzo de los tipos móviles es vano,
no salvará la reflexión humilde.
Soy descendiente de la arboleda
Respirar aire viciado me deprime.
Un pájaro moribundo me aconsejó
confiar el vuelo a la memoria.
El último grado de la energía es la unión,
lazada al brillante principio del sol
derramando la comprensión de la luz.
Es natural que los molinos se derrumben.
¿Por qué debería pararme?
Aprieto en mi pecho
verdes gavillas de trigo
y las amamanto.
Sonido, sonido, sólo sonido,
El sonido de los deseos limpios
Del agua fluyendo,
El sonido de la luz caída de una estrella
Sobre la vulva de la tierra
El sonido del vínculo del esperma del significado
con la expansión de la mente compartida en el amor.
Sonido, sonido, sonido,
sólo el sonido permanece.
En tierras de enanos
La unidad de medida
anda siempre en la órbita del cero.
¿por qué debería parar?
Obedezco a los cuatro elementos:
y el trabajo de gobernar mi casa
no es asunto
del gobierno local de los cegados
¿Qué me importa el largo gemido
del sexo de los animales?
¿Qué me importa el rastrero caminar de los gusanos
en este vacío carnal?
Los sangrantes ancestros de las flores
Me han confiado su vida.
¿Has oído hablar de los sangrantes
ancestros de las flores?


Omar Khayyam (1048-1131)


Nada

Has recorrido el mundo palmo a palmo
y todo aquello que en el mundo viste,
es nada, nada;

Has sentido pasar como un ensalmo
músicas y palabras: cuanto oíste,
es nada, nada;

Al Universo todo lo has medido,
y el Universo en su infinita anchura
es nada, nada;

Por fin en el rincón te has escondido
de tu alcoba, y ¿ qué vio tu desventura?
¡Nada, nada, nada!


El veneno y el antídoto

De este viejo Khayyam oye el consejo:
Busca siempre del sabio la amistad;
de los que viven en honestidad
sea la vida para ti un espejo.

Que la distancia de la tierra al cielo
te aleje del estulto e ignorante,
y la luz de tu fe vaya delante
para alumbrar las rutas de tu vuelo.

Si un hombre de saber te da un veneno,
bebe sin vacilar el vaso lleno;
del tonto, aunque el antídoto te ofrezca,
vuelca la copa, aunque todo perezca.

*

¿Temes lo que puede traerte
el mañana?
No te adhieras a nada,
no interrogues a los libros ni a tu prójimo.
Ten confianza; de otro modo,
el infortunio no dejará de justificar tus aprehensiones.

*

No te preocupes por el ayer:
ha pasado...
No te angusties por el mañana:
aún no llega...
Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza:
tu única posesión es el instante.


Ayer, hoy, mañana

A aquellos que en el hoy aguardan su ventura,
y a los que en el mañana fijaron su esperanza,
un muezín les grita desde la Torre Oscura:
-"¡Locos! ni aquí, ni allí, vuestra paga es segura!".

En sueños, otra voz, que me repite, advierto:
-"La flor abrirá al beso de la nueva mañana";
mas un rumor que pasa, me dice, ya despierto:
-"La flor que ayer abrió, dio su aroma y ha muerto".

Y los santos, y sabios, y rígidos ascetas
que de ambos universos el estudio agotaron,
son arrojados fuera como locos profetas,
sus bocas y palabras del mismo polvo prietas.

¡Oh! cuando yo fui joven ávido he frecuentado
los santos y doctores, y oí cosas sublimes
sobre esto y sobre aquello: mas siempre me ha pasado
volverme por la puerta por donde había entrado.

Yo he sembrado semilla de aquel saber arcano,
y la ayudó a crecer la labor de mi mano:
y ésta fue mi cosecha: "yo vine como el agua,
y me voy de este mundo como va el viento vano".

Llegado a este Universo el porqué ignorando
y el de dónde, como agua que, quiera o no quiera, corre,
salgo de él como el viento que el desierto cruzando,
sin saber hacia donde, quiera o no sigue andando.

¿Y qué, y así me traen desde un donde cualquiera
y desde aquí hacia allá, sin pulsar mi albedrío?
¡Si el cielo, al menos, darnos siempre el vino quisiera,
que ahogue este recuerdo que la mente lacera!


La magia de la viña

¡Oh!, no más te atormente lo humano o lo divino,
y que el mañana solo desate su madeja:
¡Hunde tus dedos muelles en el ébano fino
de las trenzas de alguna flexible Hada del vino!

Y tu hora no malgastes, ni en la conquista ociosa
de este o aquel engaño te empeñes ni disputes:
Alégrate más bien con la uva generosa,
que ir en pos de una fruta, o ausente, o venenosa.

Y bien sabéis, amigos, con cual altivo porte
de mi nuevo himeneo celebré el festival,
La Razón repudiando de mi lecho y mi corte,
y a la Hija de la Viña tomando por consorte.

Si al 'es' como al 'no es', en cierta ley y norma,
y el 'abajo y «arriba' con lógica defino,
de todo lo que he visto en la sensible forma,
lo más hondo es el vino que en su alma se transforma.

Mas mis computaciones -se dice- punto a punto,
han ajustado el año a la humana medida;
y si es así, arranca, de un golpe y todo junto,
EL 'mañana' aun innato y el 'ayer' ya difunto.

Y poco ha en la Taberna, por la puerta fluía,
filtrándose en la sombra, una silueta de Ángel:
una pintada cuba en su espalda traía;
La gusté, y de la uva el sabor trascendía.

La uva, sí, que puede con lógica absoluta
las setenta y dos sectas rivales confundir
Con su Alquimia, que al plomo de nuestra vida bruta
en un tris de maniobra en oro lo transmuta.

Y el potente Mahmoud que aliento de Allah aspira,
la tenebrosa turba, la temerosa horda
de espantos y tristezas, que nuestra alma transpira,

Y si esta esencia fuese de Dios un atributo,
¿Quién blasfemar osara de la vid como un lazo ?
Y si es un crimen ¿quién nos mandó su tributo?
Antes, pues, como gracia gustemos de su fruto.

Debo abjurar del Bálsamo de vida, sí, ya es hora;
Antes que nuevas tasas pague mi fe sincera,
O, yendo en pos de alguna bebida redentora,
mi vaso caiga al polvo que todo lo devora.

Si la secta de abstemios del amor y del vino
sola es llamada al goce del Edén del Profeta,
¡Ay! temo que el Paraíso, con su encanto divino,
Vaya a quedar desierto, sin fieles ni destino!

¡Amagos del infierno! ¡Promesas del Paraíso!
sólo es cierta una cosa -que nuestra vida vuela!
Sólo es cierta una cosa, -lo demás falso viso-:
«La flor que un día abriera, por siempre se deshizo»


El vuelo del alma

Y caso extraño ¿no? De las vidas aquéllas
que primero pasaron tras la cortina oscura,
ninguna aquí retorna a mostrarnos sus huellas,
para abrir nuevas rutas por entre las estrellas.

Y las revelaciones del sabio y del devoto,
que profetas ungidos en llamas difundieron,
¿qué son sino consejos de un ensueño remoto,
dichos y al punto vueltos a su dormir ignoto?

Porque si el alma puede dejar su polvo turbio,
y cabalgar desnuda por los aires del cielo
¿No es, acaso, vergüenza, no es un fatal disturbio
habitar por más tiempo en este vil suburbio?

Y éste es sólo una tienda donde un sultán reposa
mientras va de camino al reino de la muerte:
Sale el sultán, y al punto, un hosco peón de fosa
la alza, y para otro huésped la adereza lujosa.

Y yo envié mi alma tras lo Invisible eterno,
del más allá una carta buscando descifrar;
tras una larga angustia de mi conflicto interno,
vuelve y me lee: -«Mira: yo soy Cielo e Infierno».

Cielo es sólo visión del Deseo cumplido
y el Infierno la sombra de un alma de ansia presa,
lanzada a esta tiniebla donde, apenas surgido,
el hombre ha de quedar en polvo convertido.

Y al fin no somos más que una movible fila
de fantásticas formas que vienen y que van
en torno a esta Linterna del Sol, que alumbra, oscila,
y el Maestro abre y cierra cual mágica pupila.

Nosotros, piezas mudas del juego que Él despliega
sobre el tablero abierto de noches y de días,
aquí y allá las mueve, las une, las despega,
y una a una en la Caja, al final, las relega.

La bola nada inquiere de sí, ni no, ni modo,
y el jugador doquiera de un lado al otro corre:
pero él, que los echara en el campo de lodo,
todo de ellos lo sabe, ¡oh, todo, todo, todo!

Su índice el fallo escribe: si tu piedad impetra,
si tu ingenio excogita, si tu fe intercede
por borrar una línea, tu voz nunca penetra;
ni tus lágrimas juntas lavarán una letra.


Predestinación

Que el Doctor y el Filósofo sigan en su faena
de hablar de lo que quieran y de lo no pensado:
Todo no es más que un tramo de infinita cadena
que nadie mueve, corta, ni hace girar , ni enfrena.

Y esa crátera inversa del cielo que te escuda,
bajo la cual rampantes vivimos y morirnos,
no le tiendas tu mano en súplica de ayuda,
pues, ¡como tú y yo gira tan impotente y muda!

Del primitivo barro se hizo el hombre primero,
y se echó la semilla de la última cosecha;
y la primera aurora dejó escrito el letrero
que leerá la última de aquel Juicio postrero.

El ayer ya dispuso del hoy la suerte triste,
y el silencio y el triunfo y el dolor del mañana:
¡Bebe! pues que no sabes cuándo y porqué viniste
e ignoras porqué y dónde predestinado fuiste.

Cuando el corcel flamígero de estrellas fué domado
y fijos los destinos de Parwin y Mushtari,
mi sino así fue escrito dentro del desmedrado
grumo de polvo y alma para mí prefijado.

Brotó la vid, y mi alma de su esencia fué ungida
y aunque ría el Derviche, de mi metal plebeyo
puedo forjar la llave para darle subida,
cuando aúlle a la puerta su alma despavorida.

Y esto más sé: ya sea que la luz verdadera
en amor me deleite o en ansia me consuma.
Un solo rayo suyo que en mi copa encendiera
es mejor que en el templo perderla toda entera.

Por cierto que más vale desde la innocua Nada
hacer vivir un algo de conciencia o sentido,
que soportar el yugo de la dicha vedada,
con penas infinitas si la ley es violada.

¡Cómo! ¡Ser resarcido por la inmane criatura,
en oro vivo, de eso en vil mezcla prestado;
por deuda no debida ser juzgada perjura,
sin poder contestar! -¡Oh, mercancía impura!

No será por temer su mirada severa:
no confundir os juro su gracia y su injusticia;
y al cobarde que tales confesiones hiciera,
de la Taberna echáranle por la ventana afuera.

¡Oh, Tú! que de mil lazos y pozos sin medida
de mi paso errabundo sembraste el derrotero,
¿No harás que un mal prefijo mi marcha enrede e impida,
e impute luego a crimen mi segura caída?

¡Oh, Tú! que al hombre hiciste de la arcilla más vil,
y en el Edén, oculto, lo pusiste al reptil,
de toda humana falta que su vida mancilla,
dale el perdón y el suyo recibe Tú... ¡es gentil!


El ocaso del astro

Ah! reanimad con la uva mi marchitada vida;
ungidme en sus aromas si es ya mi último sueño;
y envuelto de hojas frescas en túnica florida
dejadme entre las frondas de una huerta escondida;

Para que, reviviendo por la vernal tibieza,
pueda enviar mis adioses a los viejos amigos,
en la rama que al muro se inclina y se adereza
para verter sus flores por sobre su cabeza;

Para que mis cenizas, como el vástago altivo
de la viña, el espacio en espiral escalen,
y así, el buen creyente, si pasa pensativo,
no quedará enredado por absorto o esquivo.

¡Ah! y en verdad los ídolos que yo amé con pasión
mucho daño me hicieron a los ojos del mundo:
En frágil copa ahogaron mi gloria y mi ambición
y mi fama vendieron por una ruin canción.

Es cierto, sí, es cierto: Yo prometí enmendarme;
lo juré, ¿mas estaba en mi juicio al jurarlo?
La Primavera vino sus rosas a ofrendarme...
y de mi contrición la túnica a rasgarme.

Y aunque el vino el sainete del infiel me jugara,
y aunque me despojase de mi traje de honor,
yo admiro siempre cómo el viñador comprara
tal merca por venderla la mitad menos cara.

¡Ah, y esta Primavera marchitará sus rosas!
Se cerrará este escrito de juvenil perfume;
y el Bulbul que en sus frondas ritmó piedras preciosas,
¿dónde tendió -quién sabe- sus alas misteriosas?

¡Si al menos de la Fuente del Desierto surgiese
una vaga vislumbre que el rumbo revelase!
El caminante exánime al frescor reviviese
cual la hierba del campo que el rocío reverdece.

¡Ah! si fuese posible rehacer el Universo,
cerrar a nuestro antojo el Libro del Destino;
el Autor en un folio más sonrosado y terso
grabara nuestros nombres, ¡o borrara su verso!

¡Oh Amor, si pudiéramos con ayuda del Hado
tachar de un rasgo solo todo este embrión de cosas!
Vuelto de nuevo a polvo, lo habríamos forjado
más cercano a la forma que hubiésemos soñado.

¡Cuánto mejor no fuera del catálogo arcano
borrar del Universo toda alma infortunada,
que engrosar gota a gota del infortunio humano
los ríos que se llevan al Infinito Océano!

Mas la luna del cielo, al subir en Creciente,
nos mira, oh dulce amada, tras el trémulo llano:
¡Cuántas veces, más tarde, me buscará impaciente,
entre estas mismas hojas, y vana, vanamente!

Y cuando el pie de nácar Tú deslices un día
por las tumbas dispersas sobre esta hierba mustia,
y en tu vagar abstracto llegues hasta la mía,
¡vuelca tu copa y, quede para siempre vacía!


La copa viva

Hoy ella vió del alfarero mago
de vasos la magnífica teoría,
de toda forma y toda edad, y había
en todos ellos un misterio vago.

Su emoción al sentir, dijo el artista:
"Todos fuimos arcilla y éstos fueron
reyes, poetas y amantes que murieron
legando al sutil polvo su conquista".

"EI Espíritu, el vino de la tierra,
busca en cada vasija al propio dueño,
queriendo ansioso revivir su ensueño
al contacto del vaso que lo encierra".

"Mira, toma esta copa, ya palpita
al verte aproximar; no espere en vano
el beso de tu boca o de tu mano,
que un muerto amor por renacer se agita".

Y al acercar su labio, con su aliento
cobró vida el Espíritu dormido;
una palabra murmuró a su oído,
y eran su misma voz, su mismo acento.

¡Ay! y el viejo Khayyám, un vivo muerto,
canta el milagro de aquel muerto vivo,
y se marcha en silencio, pensativo,
a contar sus tristezas al Desierto.


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