Nasrudín cargó su asno con leña y se sentó a horcajadas sobre uno de los troncos, en lugar de sentarse sobre la montura.
—¿Por qué no se sienta en la montura?, le preguntó alguien.
—¡ Cómo!, ¿agregar mi peso al que el pobre animal ya tiene? ¡Nunca! Mi peso está sobre la madera y va a permanecer allí.
domingo, 19 de julio de 2009
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