Cierta vez un hombre continuamente se mofaba de los creyentes.
Era un hombre muy racional, solmente creía lo que sus cinco sentidos captaban. Un día empezó a burlarse de un pobre derviche errante. Se reía cruelmente y entre otras cosas, siempre terminaba diciendo:
—Venga, enséñame a Dios para que yo le vea.
Nasrudin, que pasaba por ahí, no pudo resistirse más y le propino al descreído un golpe muy fuerte. Y lógicamente fue denunciado por el charlatán.
Una vez delante del juez, este le dice:
—¡Por Dios Mullah! ¿Cómo un hombre como tú ha podido golpear tan salvajemente a esta persona?.
—Pero, no le hecho daño, responde Nasrudin.
Entonces, el hombre dañado replica:
—¡Sí, tengo mucho dolor!
A lo que Nasrudin le precisó:
—Bueno, cuando tú me enseñes tu dolor, yo te enseñaré a Dios.
sábado, 18 de julio de 2009
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