Un toro que pertenecía a un turkmeno, rompió la cerca de la finca de Nasrudín y regresó al trote a la casa de su dueño. Nasrudín lo siguió y comenzó a azotarlo.
—¡Eh! ¡Cómo se atreve usted a apalear a mi toro!, rugió enfurecido el turkmeno.
—¡Usted no se meta!, dijo Nasrudín. Él sabe bien por qué. El asunto es entre nosotros dos.
domingo, 19 de julio de 2009
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