En un callejón, un ágil ratero trató de arrebatarle la bolsa a Nasrudín.
El Mullah reaccionó rápidamente y se produjo una lucha violenta.
Por último, Nasrudín consiguió derribar al ladrón.
En ese momento pasó una mujer bondadosa que exclamó:
—¡Eh, bellaco! Permítale a ese pequeño hombre que se levante y dele una oportunidad.
—Señora, usted ignora el trabajo que me ha dado voltearlo, jadeó el Mullah.
domingo, 19 de julio de 2009
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