viernes, 17 de julio de 2009

El jardín

Nasrudín pasó el otoño entero sembrando y preparando su jardín. Las flores se abrieron en primavera, pero el Mullah observó que, algunos dientes de León que no había plantado, estaban dispersos en algunos lugares del jardín. Los arrancó, a todos, mas las semillas ya se habían esparcido y volvían a crecer. Trató entonces de encontrar un veneno que afectara al diente de león. Un técnico amigo le dijo que cualquier veneno terminaría matando también a las otras flores. Desesperado pidió ayuda a un jardinero especialista; este le dijo:
—No te desesperes. Igual que en el casamiento, junto con las cosas buenas, terminan viniendo algunos inconvenientes.
—¿Qué hago?, insistió Nasrudín.
—Nada, aunque sean flores que tú no pensabas tener ya forman parte del jardín.

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