Una vez el iman, al lavarse los pies a la orilla de un estanque, cayó por descuido al agua. Una tras otra, las personas que pasaban por delante del estanque le tendían la mano diciéndole:
—¡Dame tu mano!
Sin embargo, el iman no alargaba su mano de ningun modo.
Es ese momento, se acercaba el Mullah. Al observar lo que estaba ocurriendo dijo:
—Compatriotas, el iman, desde su nacimiento, sólo ha aprendido a 'tomar', no conoce el significado de 'dar'.
Al decir estas palabras, Nasrudín ofreció su mano al iman:
—Excelencia, ¡toma mi mano!
Acto seguido, el iman se aferró a la mano de Nasrudín y salió del estanque.
sábado, 18 de julio de 2009
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