Cierto día, Nasrudin fue al sastre y le dijo:
—Este abrigo me queda grande, ¿cuánto me costaría arreglarlo?
—Dos piezas de oro, contestó el sastre.
—¡Cómo! Si ya tuviera tal cantidad de dinero, comería para engordar hasta que el abrigo me quedara bien.
jueves, 16 de julio de 2009
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