—La humanidad esta dormida, dijo el Mullah Nasrudin al ser acusado un día en la Corte, de quedarse dormido. El sueño del sabio es fértil y la vigilia del hombre medio es casi inútil para todo el mundo.
El rey se molestó.
Al día siguiente, nuevamente se durmió después de una suculenta comida, y el rey mandó que le llevaran a un aposento contiguo.
Cuando la Corte iba a levantar la sesión, Nasrudin fue acompañado, aún medio dormido, a la sala de audiencias.
—Has vuelto a dormirte, dijo el rey.
—He estado todo lo despierto que hacía falta.
—Muy bien: entonces, cuéntanos los acontecimientos ocurridos hasta
que llegaras a esta sala.
Ante el asombro general, el Mullah comentaba una larga y complicada historia que el rey había recitado.
—¿Cómo lo has hecho, Nasrudin?, le preguntaban.
—Muy sencillo, repuso el Mullah; comprendí por la expresión del rostro del rey que iba a contar otra vez esta vieja historia. Tal es la razón de que me durmiera mientras la contaba.
sábado, 18 de julio de 2009
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