domingo, 19 de julio de 2009

No molestes a los camellos

Mientras Nasrudín vagaba por el cementerio, tropezó y cayó dentro de una antigua tumba. Comenzaba pronto a imaginarse cómo se sentiría si estuviera muerto, cuando oyó un ruido. De pronto imaginó que el Angel del Juicio Final venía por él; aunque sólo era una caravana de camellos que pasaba.
El Mullah saltó fuera de la tumba y luego cayó del otro lado del muro, ahuyentando a varios de los camellos. Los camelleros lo golpearon con sus varas.
Con gran zozobra, fue corriendo a su casa. Su mujer le preguntó qué le sucedía y por qué había llegado tarde.
—He estado muerto, contestó el Mullah.
Interesada a pesar de sí misma, le preguntó cómo era eso.
—No es nada malo, siempre que no molestes a los camellos, porque en tal caso te golpean.

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