La luna en el pozo
Nasrudín paseaba cerca de un pozo, cuando sintió el impulso de mirar adentro. Era de noche y, al escudriñar la profundidad del agua, vio el reflejo de la luna.
—¡Debo salvar a la luna!, se dijo, de otro modo nunca menguará y el mes de Ramadán no terminará nunca.
Agarró una cuerda y la arrojó dentro del pozo mientras exclamaba:
—¡Manténte firme, no te descorazones, yo te salvaré!
La cuerda quedó enlazada en una roca, dentro del pozo, y el Mullah tiraba con todas sus fuerzas, cuando de pronto, se soltó del fondo, y cayó de espaldas. Mientras se hallaba tendido, jadeante, vio la luna surcando el cielo.
—Me alegra haberte sido útil, dijo Nasrudín, fue una suerte que yo justamente pasara por aquí, ¿no es cierto?
jueves, 16 de julio de 2009
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