martes, 14 de julio de 2009

Nasrudin

La palabra de un burro

Un vecino llamó en la puerta de Nasrudín
Mullah, necesito que me preste su burro.
—Lo lamento, pero ya lo he prestado, dijo Nasrudin.
No bien terminó de hablar, el burro rebuznó. El sonido provenía del establo.
—Pero, Mullah, puedo oír al burro que rebuzna ahí dentro.
Mientras le cerraba la puerta en la cara, Nasrudín dijo con dignidad:
—Un hombre que cree en la palabra de un burro más que en la mía, no merece que le preste nada.

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