Un joven fue a ver a un sabio maestro y le preguntó:
—Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?
El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:
—¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?
El sabio le dijo:
—Ven conmigo.
Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo. Al fin lo dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento. Entonces preguntó el sabio:
—Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?
Sin vacilar contestó el joven:
—Aire, quería aire.
—¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?
—No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire, fue su inmediata respuesta.
—Entonces, contestó el sabio, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.
domingo, 5 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario