miércoles, 15 de julio de 2009

Nasrudin

Usted también tiene razón

Nasrudín, atravesaba un pueblo con su burro. Un hombre le pidió que fuese con él, al juzgado del pueblo; el juez había fallecido en la noche anterior y necesitaban celebrar un juicio. Nasrudín, objetó:
—¡Pero yo no soy juez!
El hombre, que era el alguacil de ese pueblo, le dijo:
—Lo sé, pero vienes de fuera y no tomarás partido por ninguno de los litigantes.
El Mullah aceptó, y cuando estuvo vestido, y sentado en la tribuna, se presentaron dos hombres. Uno de ellos habló acaloradamente:
—Este hombre me debe veinte monedas, como no me las ha devuelto, tengo derecho a quedarme con su caballo.
Nasrudín, reflexionó, y dijo a su vez:
—Ah, muy bien. Este hombre tiene razón.
El alguacil tiró del traje de Nasrudín, y le susurró:
—Pero, debes esperar a oír al otro hombre antes de dictar sentencia.
El juicio prosiguió, y el imputado dijo:
—Es cierto que le debo las veinte monedas, pero yo ya le he devuelto dieciséis, y acordamos que las restantes las devolvería antes del fin de año, y faltan cuatro meses.
—¡Ah!, entonces, este hombre tiene toda la razón, dijo Nasrudín.
El alguacil, nervioso, se volvió a dirigir a Nasrudín:
—Pero juez, no pueden tener razón los dos a la vez.
Nasrudín, se mesó la barba y señalando al alguacil, exclamó:
—¡Usted también tiene razón!

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