jueves, 27 de agosto de 2009

El favor real



Durante un tiempo, el Mullah Nasrudín estuvo desterrado de la corte por sus burlas constantes. Al regresar a su pueblo, empezó a plantar un bosque de árboles jóvenes alrededor de su propiedad.
—¡Cómo has perdido el favor real!, se rió entre dientes el mal imam, regocijado. Tu barba se tornará blanca, como la nieve, antes de que los arbolitos tengan unos palmos de altura. Y sin duda, nunca verás esos árboles en su esplendor.
—Imam, muéstrame a un hombre que no piense en su descendencia,
replicó Nasrudín, y yo te mostraré a alguien que no es nada.

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