En uno de sus tantos viajes, el Mullah Nasrudín, lo hizo en compañia de otros dos hombres que casualmente hacían similar peregrinación.
Una noche, los tres: un negociante, un derviche y Nasrudín, pactaron compartir la habitación en una posada.
Habían decidido separarse al día siguiente, porque sus caminos no seguían ya en la misma dirección.
Queriendo salir temprano, Nasrudín dio una propina al posadero para que le despertara antes de amanecer.
Y así sucedió. Se vistió medio dormido aún, era madrugada y dejó la oscura habitación mientras los otros dos hombres seguían durmiendo.
Varias horas después, el Mullah encontró un río y se acercó a beber.
Al divisar el manto y el sombrero del derviche reflejados en el agua, maldijo:
—¡Ese imbécil de posadero! ¡Ha despertado al hombre equivocado!
jueves, 27 de agosto de 2009
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