viernes, 28 de agosto de 2009

¡Mi asno!

Nasrudín bajaba al galope gritando por la calle de su pueblo montado en su asno, y la gente le preguntaba.
—¿Qué se te ha perdido, Mullah? ¿Qué buscas con tanto desconsuelo?
—¡Mi asno, respondía Nasrudin, mi asno!

No hay comentarios:

Publicar un comentario