jueves, 21 de enero de 2010

Nasrudin

Esperanzado



El burro, ya anciano, de Nasrudín murió finalmente de vejez, y se vio obligado a caminar de un lugar a otro.
Cierto día, entrando a la ciudad encontró una herradura en el camino.
La introdujo en el bolsillo y siguió caminando. Más allá, encontró otra herradura. Nasrudin estaba encantado y musitaba:
—¡Oh, a este ritmo tendré un burro entero a la puesta del sol!

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