sábado, 5 de febrero de 2011

Nasrudin.


La sabiduría de la palabra

Nasrudin quería proteger a su hija de los peligros de la vida. Ya había
llegado el momento de usufructuar su sabiduría mundana, pues ella se
había convertido en una hermosa doncella. Entonces llevó a su hija a
un lado y le habló de la bajeza y la maldad, cobijadas en el mundo.
—Mi adorada hija, presta atención, recuerda siempre lo que te voy a decir. Los hombres desean una sola cosa. Sí, recuerda, los hombres son muy astutos. Tienden trampas donde pueden. No te darás cuenta pero, te irás hundiendo, cada vez más, en el pantano de sus deseos.
Quiero mostrarte el camino de la infelicidad.
—¿Trampas ... infelicidad ...?, pregunta su hija, inocentemente.
—Así es. Asi es como actúan. Primero el hombre halaga tus mejores cualidades, te admira. Luego te invita a salir. Luego, pasan por su casa y te dice que quiere entrar a buscar su abrigo. Te pregunta con galantería si quieres entrar. Una vez en ella, te invita a sentarte y ponerte cómoda y te ofrece una taza de té. Se sientan, escuchan música y llegado el momento adecuado, de repente, se lanza sobre ti. Es así, como de un momento a otro, tu pureza, tu inocencia ha sido transgredida y nosotros, tus antecesores, hemos sido transgredidos, también. Nuestra familia ha sido violada y nuestra buena reputación, desaparece. Y una vez que tu reputación está arruinada, quedará destruída para siempre.
La hija guardó las palabras de su padre en el corazón.
Pasaron los días y luego de un tiempo, la hermosa hija del Mullah Nasrudin se acerca a su padre y sonriendo orgullosamente, le dice:
—Padre, eres realmente grande, eres el mejor. ¿Cómo sabes todo lo que pasa ...? Fue tal cual como tú lo describiste... Primero, él me admiró, a mi y a mi belleza. Luego me invitó a salir. Por casualidad, supuse, pasamos por su casa y recordó haber olvidado su abrigo.
Para no dejarme abajo, sola, me incitó a subir a su departamento.
Como tenía buenos modales, me invitó con una moderada taza de té
y gentilmente alegró el momento con un poco de música, de fondo.
En ese momento me acordé de ti, padre y de lo que me habías dicho. Tengo mucha suerte de tenerte y soy dichosa de ser tu hija. Cuando presentí que aquel momento del que tú me hablabas, se asomaba, me tiré encima de él y lo violé. Lo violé a él, a sus padres, a su familia. Los transgredí, padre. Y lo arruiné a él y a su buena reputación. Así es, padre, destruí su reputación para siempre.

4 comentarios:

  1. Che saudade, hoy me detuve aquí. Sabia la lección, por eso debemos saber usar las palabras. Una vez que salen de tu boca son palomas en el espacio, son mensajes que el viento lleva hasta vaya a saber dónde, y de ello, los humanos no nos damos cuenta. . . pero debemos aprender. Un gusto compartir tu mundo.

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  2. Una chica muy adelantada a su tiempo, si señor ;))Me ha sorprendido esta lectura porque te hace comprender como un consejo puede ser interpretado de forma diferente. ¿Que cara se le quedaría al padre?

    Un besito

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  3. Estoy de paso y me detengo en esta vidriera (blog) muy interesante por cierto. Sigue así!

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