jueves, 15 de diciembre de 2011

Nasrudin.

Sólo probarte

Las peroratas del imán agobiaban a los aldeanos reunidos en la plaza de la ciudad.
—Sólo las figuras más impresionantes de la historia, los más grandes profetas, pudieron realizar milagros, exclamaba.
—¿Podían resucitar a los muertos?, preguntó Nasrudín.
—Desde luego, replicó el imán. El Corán describe muchos casos.
—Bien, dijo el Mullah, estoy dispuesto a probar que cualquier hombre puede realizar milagros similares a los realizados por los profetas.
—¿Te atreves, infiel, a sugerir que también tú puedes resucitar a los muertos?, vaciló el imán.
—Traedme una espada y lo demostraré, contestó impávido, Nasrudín.
Se trajo una espada y los aldeanos, ya multitud, se congregaban para ver el milagro.
—¿Qué pretendes hacer?, preguntó el imán cuando Nasrudín apuntaba la hoja hacia él.
—Voy a cortarte la cabeza para que todos podamos disfrutar de unos momentos de paz y después te la volveré a colocar y al resucitarte te sentirás iluminado.
—No hay necesidad de demostración, replicó presuroso el imán. Sólo quería probarte. Naturalmente, sé perfectamente que puedes realizar milagros.

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