domingo, 15 de abril de 2012

Nasrudin

Exculpación a la afrenta

El rey intentó comprobar el mentado ingenio de Nasrudín.
—He decidido un intrincado problema para ti, Mullah Nasrudin. Ve si puedes ofenderme de tal manera que tu exculpación a la afrenta sea tremendamente peor que la original.
—De acuerdo, dejadme pensar unos segundos, dijo Nasrudin.
Al instante se acercó al rey, le tomó de la barba y le besó en la boca.
—¡Estás ebrio, maldito rufián!, balbuceó el monarca, despavorido.
—Oh, perdonadme, Majestad, contestó el Mullah, por un momento os confundí con vuestra señora esposa.

1 comentario:

  1. jejeje muy buena la historia, Saludos, http://elclubdelaslectoras.blogspot.com.es

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