viernes, 23 de noviembre de 2012

Nasrudin

Intenciones

El Mullah Nasrudín había prestado algún dinero a su vecino. Impedido de saldar la deuda, el hombre le dio a cambio una vaca. Comprendiendo que había salido muy beneficiado, el Mullah decidió dar al hombre el primer cuenco de nata. Al día siguiente, llamó a su puerta. Pero al vecino se le hacía tarde para ir al mercado y pidió a Nasrudín que volviera en otro momento. Cuando el Mullah trató de darle la nata, lo interpretó mal, se enfadó y vociferó:
—¿No te das cuenta que ya tengo bastantes problemas vendiendo mis propias mercancías para que me pidas que venda también las tuyas? ¡Lárgate, o azuzaré a los perros contra ti!
Aquella misma noche, arrepentido, fue a disculparse por su mal genio y llamó a la puerta de Nasrudin.
—Perdona mi caracter irascible. Si sigues interesado en que venda tu nata, lo haré mañana.
—Esta mañana, dijo Nasrudín, quise darte la nata como regalo, pero tus perros han ahuyentado de mí las buenas intenciones. Ahora, mi corazón está tan vacío como el cuenco.

2 comentarios: