viernes, 22 de marzo de 2013

Nasrudin

Casa atiborrada

—Mi madre cocina muy bien, manifestó el Mullah.
—¿Cómo puedes decir eso?, gritó su mujer. ¡Mi madre es cien veces mejor cocinera que la tuya!
Pletórico de ira, Nasrudín agarró a la mujer por el cuello y la sacó al jardín.
—¿Qué haces?, preguntó su vecino.
—Hay poco sitio en la casa para dos, puntualizó el Mullah. Cuatro es sencillamente demasiado.
—¿Cuatro?
—Sí, primero éramos sólo ella y yo, luego se metió en casa mi madre, finalmente, también su madre vino para quedarse. La casa estaba tan abarrotada con ellas y con sus baterías de cocina, que mi mujer ya no cabía.

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