miércoles, 26 de noviembre de 2014

Nasrudin

Incapaz de ayudar

Nasrudín y un amigo compraron los ingredientes para un estofado.
—Mullah, acentuó el amigo, corta las verduras mientras yo preparo la carne.
—Desgraciadamente, no tengo la menor idea de cómo se deben cortar las verduras, contestó Nasrudín.
—Entonces, prepara tú la carne y yo cortaré las verduras.
—¡Ay! Me es imposible, respondió el Mullah. La carne cruda me pone enfermo.
—Muy bien; ve a encender la cocina. Yo prepararé el estofado.
—Si pudiera, dijo Nasrudín, pero, lamentablemente, me da miedo el fuego.
Perdiendo la paciencia, el amigo realizó todo el trabajo. Poco después había cocinado un aromático estofado. Nasrudín se sirvió una ración enorme y empezó a comer con gran apetito.
Viendo con qué glotonería el Mullah se llevaba el estofado a la boca, su amigo observó sarcásticamente:
—Veo que también eres incapaz de comer estofado.
—Ay, sí, aprobó Nasrudín, pero trato de hacer lo que puedo, porque sé las molestias que te has tomado para hacerlo.

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