miércoles, 15 de julio de 2009

Nasrudin

El manto y el amigo

Un día, Nasrudin fue visitado por su viejo amigo, Jalal.
—Estoy encantado de verte después de tanto tiempo. Estoy a punto de efectuar una serie de visitas. Ven, acompáñame y podremos charlar, dijo el Mullah
—Por favor, préstame un manto decente, dijo el amigo, porque, como puedes ver, no estoy vestido como para efectuar visita alguna.
Nasrudin le prestó un magnífico manto.
En la primera casa, Nasrudin presentó a su amigo.
—¡Es mi viejo compañero Jalal, pero ese manto que lleva es mío!
En camino al próximo pueblo, Jalal dijo:
—¡Qué cosa tan estúpida que dijeras: ese manto es mío! Por favor, no vuelvas a hacerlo.
Nasrudin lo prometió y cuando estaban sentados comodamente en la siguiente casa, al presentar al amigo dijo,
—Jalal, un viejo amigo mío que vino a visitarme. En cuanto al manto, el manto es de él.
Al salir, Jalal estaba tan molesto como antes.
—¿Por qué dijistes eso? ¿Estás loco?
—Sólo quise arreglar las cosas, ahora estamos a mano.
—Si no te importa, dijo Jalal lenta y cuidadosamente, no hablaremos más del manto.
Lo prometió y en el tercer y último lugar que visitaron el Mullah dijo:
—Permitanme presentarles a Jalal mi amigo. Y el manto, el manto que lleva puesto...pero no debemos decir nada sobre el manto, ¿no es así?

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