miércoles, 15 de julio de 2009

Nasrudin

La casa y El clavo

Nasrudin, tras haber tenido una mala racha, se ve con la obligación de vender la casa que heredó de su padre. Aprovechando la situación, un hombre egoísta y abusivo, le propone un precio ridículo. Nasrudin se da perfecta cuenta del abuso pero le propone una pequeña condición:
—¡Como usted ve, en esta pared hay un clavo! Mi padre lo puso, y es el único recuerdo que me queda de él. Le vendo la casa, pero mi buen deseo es seguir siendo propietario del clavo. ¡Si está de acuerdo con esta condición, acepto su oferta! ¡Tendré evidentemente, derecho a colgar de él todo lo que me plazca!
—¿Vendrá usted a menudo?, le pregunta al Mullah.
—No, no, a menudo no.
No viendo ningún problema, el comprador riéndose interiormente de la petición absurda, aceptó la condición. Firman el contrato de venta ante notario en el que se específica que Nasrudin es propietario del clavo y que puede hacer lo que quiera con él.
Un día de primavera Nasrudin acude a su antigua casa.
—¿Puedo ver mi clavo?
—¡Claro que si! ¡Pase!, responde cordialmente el propietario.
El Mullah entra y reza delante del clavo y luego vuelve a irse.
En verano, regresa con un pequeño cuadro con la imagen de su padre.
—¿Puedo ver mi clavo?
El propietario le deja entrar, y Nasrudin cuelga el cuadro. La cláusula se lo permite.
En otoño, llega con un manto y una túnica.
—Son ropas que pertenecieron a mi padre. ¡Quisiera colgarlas en mi clavo!
El propietario ligeramente irritado debe permitírselo.
Pero, un día de invierno, el Mullah llega arrastrando el cadáver de una vaca. El comprador, estupefacto, le pregunta:
—Pero ¿qué viene a hacer aquí con esa vaca muerta y podrida?
—¡Está claro, vengo a colgarlo en mi clavo!
El propietario ya enfurecido llama a la policía que, llegada al lugar del litigio, le da la razón a Nasrudin a la vista del contrato. Y el cadáver empieza a pudrirse para desesperación del avaro.
Al tiempo, el Mullah trae otro cadáver que lo cuelga del mismo clavo. La pestilencia es tal que el propietario se ve obligado a huir del lugar. Y Nasrudin recuperó su casa.

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