Un ermitaño, vestido con harapos, los pies ensangrentados por las rocas y los espinos y la cabeza quemada por el sol, corría por la arena y gritaba a todos los ecos del desierto:
—¡Tengo una respuesta! ¡Tengo una respuesta! ¿Quién tiene una pregunta?
domingo, 5 de julio de 2009
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