viernes, 25 de septiembre de 2009

Las babuchas y el manto

Una noche, Nasrudín estaba dando un paseo cuando tropezó con un
hombre ebrio tumbado en la hierba. Puesto boca arriba, reconoció
al borracho, que no era otro que el juez, hombre archifamoso por pronunciar duras sentencias por faltas morales. Al ver que estaba inconsciente, Nasrudín le quitó sus elegantes babuchas y el manto
y siguió su camino.
Pasada en algo la borrachera el juez volvió a su casa, dando traspiés.
Fue al día siguiente, cuando se dio cuenta de que le habían robado.
Indignado, ordenó a la policía que golpearan en cada puerta de cada casa hasta encontrar al culpable. Y no pasó mucho tiempo antes que Nasrudín fuera llevado al tribunal.
—¿Dónde conseguiste esas babuchas y ese manto?, preguntó el juez.
—Se los saqué a un borracho que encontré tumbado en la cuneta la noche pasada, contestó el Mullah. Desde entonces estoy tratando de devolvérselos, pero no conozco su identidad.
¿No le conocerá Su Señoría por casualidad?, insinuó Nasrudin.
—¡Por supuesto que no!, replicó el juez, comprendiendo que cualquier otra respuesta hubiera arruinado su reputación.

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