¿Quién sabe?
Nasrudin acostumbraba a regalar caramelos a los niños de una aldea que visitaba cada jueves. Ese día advirtió que los había olvidado en su casa, al ver a los niños en grupo corriendo emocionados hacia él. Cuando preguntaron por los caramelos buscó la forma de distraerlos, diciéndoles que los caramelos estaban detrás de una duna cercana. Presurosos, los niños corrieron entusiasmados al lugar indicado y el Mullah detrás de ellos, acompañándoles.
En ese momento un amigo que estaba junto a él, lo cogió del brazo,
y habiendo presenciado todo, le dijo:
—Nasrudin, ¿qué haces? ¡Sabes que es mentira!
—A lo mejor sí están allí, ¿quién sabe?, respondió.
viernes, 4 de diciembre de 2009
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