domingo, 11 de julio de 2010

Nasrudin


El Bienamado

"¡Nasrudin conversaba con Dios!"
El rumor se extendió por toda la ciudad. En menos de una semana la noticia fue susurrada al oído del rey.
El Mullah fue convocado al Palacio inmediatamente.
—¿Cómo pudiste ocultarme algo tan importante, miserable infiel!, le reprochaba amenazante Timur.
—¿Qué cosa, alteza?, contestó Nasrudin, mientras intentaba en vano de adivinar cual de sus tantas e innumerables fechorías había llegado a conocimiento del emperador.
¡No trates de jugar conmigo! ¿Es o no verdad que hablas con Dios?
—¡Ah, con Dios, el Bienamado! Sí, hablo con él, todos los días.
—¿Y él, qué dice?
—Nada, desafortunadamente, él no habla conmigo.

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