Friedrich Nietzsche
¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!.
Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, mi águila y mi serpiente te habrías hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, te liberábamos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.
Me gustaría regalar y repartir hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza.
Para ello tengo que bajar a la profundidad: así como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo, ¡astro inmensamente rico!
Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi ocaso, como dicen los hombres a quienes quiero bajar. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande!
¡Bendice la copa que quiere desbordarse para que de ella fluya el agua de oro llevando a todas partes el resplandor de tus delicias!
¡Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zaratustra quiere volver a hacerse hombre.
sábado, 17 de septiembre de 2011
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Bonito texto, da mucho que pensar.
ResponderEliminarUn beso.
Nietzsche, a pesar de todo, siempre me atrajo.
ResponderEliminarSaludos.
Un texto para pensar...
ResponderEliminarSaludos.
Muy bueno. Ojalá hubiera mucha gente como Zaratrusta, no habría tanta carencia en el mundo.
ResponderEliminarUn beso.
ya he encontrado tu premio bitacoras.Tienes mi voto
ResponderEliminar¡¡Y el mio!!.También te dejo mi voto en "Bitácoras".
ResponderEliminarSaludos.