Circunstancias
El Mullah Nasrudín y un acaudalado comerciante cabalgaban juntos a través de las arenas del desierto.
—¿No es verdad que Dios recompensa a los ricos con riquezas?, dijo el comerciante a Nasrudin. Contempla mis espléndidas botas de montar, confeccionadas con la mejor piel que el dinero puede comprar y tus sandalias agujereadas y andrajosas. Mira mi turbante enjoyado y los harapos que tú llevas enrollados en la cabeza. Mira mi manto de seda con botones de artesanía e hilo de oro y esa capa remendada en tus hombros esqueléticos. Mira, aquí estamos los dos: tú con unas pocas posesiones miserables en tus apolilladas alforjas y yo, con especias que harán que príncipes y reyes lloren de alegría. Mira, sin embargo, ambos cabalgamos juntos por el mismo camino, yo en un corcel árabe y tú escarbando en la arena en un asno pequeño y ridículo.
De improviso, las reflexiones del comerciante se vieron interrumpidas por la aparición de una banda de forajidos, que le arrastraron sobre la arena, le apalearon y después de apropiarse de todas sus posesiones, desaparecieron.
—¡Oh! ¡Qué extraordinario es esto!, comentó un pensativo Nasrudín. Mis circunstancias parecen no haber cambiado, pero las tuyas se han alterado dramáticamente en unos pocos minutos.
lunes, 30 de enero de 2012
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Hola!!!
ResponderEliminarAhora paso para recordarte que el 3/2 terminas las votaciones en 20minutos, si no lo hiciste…te espero, y te necesito!!!.
Buena semana con un abrazo de oso.
Como siempre este Nasrudin... ¡genial!
ResponderEliminarUn saludo cordial.