14 de enero de 1880 a Malwyda von Meysenburg
"Aunque para mí escribir esté entre los frutos rigurosamente prohibidos, usted, a quien venero como a una hermana mayor, debía recibir una carta mía, ¡y sin duda será la última! Porque el espantoso y casi incesante martirio de mi vida me hace languidecer en espera de su fin, y según ciertos indicios la apoplejía liberadora estaría bastante próxima como para confiar en su llegada. Con respecto al tormento y a la renunciación, puedo comparar mi vida de estos últimos años con la de un asceta de cualquier época: si bien es cierto que los mismo años me beneficiaron mucho en cuanto a la purificación y a la limpieza del alma, y para eso no tuve necesidad ni de religión ni de arte. Observará que estoy orgulloso de eso; en realidad, sólo el desamparo total me permitió descubrir mis propias fuentes de salud. Creo haber realizado la obra de mi vida, es cierto que no teniendo un momento de tranquilidad. Pero sé que para muchos derramé un gran gota de aceite y que les di una señal de ánimo pacifico y de sentido de la equidad para la elevación de sí mismos. Le escribo esto como agregado, a decir verdad debería ser pronunciado en el momento de la conclusión de mi humanidad. Ningún dolor ha podido ni podría inducirme a un falso testimonio contra la vida tal como yo la concibo".
30 de julio de 1181 a Franz Ovebeck
"Estoy asombrado, realmente maravillado. Tengo un predecesor ¡y que uno! Casi no conocía nada de Spinoza: el que yo lo buscara precisamente ahora fue un acto del instinto. No sólo que su tendencia general es igual a la mía, de convertir el conocimiento en el mas poderoso de los impulsos, me identifico con cinco puntos principales de su doctrina: éste, el más inaudito y más solitario de los pensadores es el más cercano a mí precisamente en esas cosas: niega el libre albedrío, las finalidades, el orden cósmico/ético, lo no egoísta, lo malo (...) mi soledad es ahora al menos una soledad a dúo".
3 de enero de 1889 a Cósima Wagner
"Es un prejuicio que yo sea un ser humano. Pero ya he vivido entre los hombre y conozco todo lo que los hombre pueden experimentar, desde lo más mínimo hasta lo más alto. Yo he sido entre los indios Buda, en Grecia Dionisos, Alejandro y Cesar son mis encarnaciones, igual que el poeta de Shakespeare, Lord Bacon. Por último fui además Voltaire y Napoleón, quizás también Richard Wagner... Pero esta vez vengo como el triunfante Dionisos, que hará de la Tierra un día festivo... No es que tenga mucho tiempo... Los cielos se alegran de que yo este aquí... También he estado colgado en la cruz..."
3 de enero de 1889 a Meta von Salis
"El mundo está radiante, pues Dios está sobre la Tierra. ¿No ve usted cómo se alegran todos los cielos? Yo acabo de tomar posesión de mi imperio..."
5 de enero de 1889 a Jacob Burckhardt
"Querido señor catedrático. Al fin y al cabo preferiría ser catedrático en Basilea que Dios, pero no me he atrevido a llevar tan lejos mi egoísmo privado para desatender por su causa la creación del mundo. Como usted sabe, de alguna manera hay que saber hacer sacrificios, en cualquier lugar donde uno viva. Sin embargo reservé un pequeña habitación de estudiante, situada frente al Palazzo Carignano (en el que nací como Vittorio Emanuel), que además me permite oír sentado a la mesa la soberbia música ejecutada debajo, en la Gallería Subalpina. Pago 25 francos con el servicio incluido, me hago yo mismo el té y las compras, sufro por los zapatos agujereados, y a cada momento doy gracias al Cielo por el mundo antiguo, con el que los hombres no han sido lo bastante simples, ni lo bastante silenciosos. Como estoy destinado a divertir a la próxima eternidad con malas farsas, tengo aquí un escritorio que, sinceramente, no deja nada que desear ni ofrece nada para agotar. El correo está sólo a cinco pasos, ahí echo mis cartas en el buzón, para convertirme en el gran folletinista del gran mundo..."
sábado, 17 de agosto de 2013
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Creo que sí, no tengo conocimiento de nada, sin embargo, sé que es Dios, y el mundo está iluminado en la santidad. Sólo necesitamos amor
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