Meditación
En una tarde apacible de verano, el maestro instruía a sus discípulos para que repitieran una serie de cantos destinados a inducir un trance meditativo. El ritmo de las palabras y el cálido sol pronto hicieron que el joven Nasrudín se durmiera.
—¿Cómo consigues entrar en un estado meditativo tan profundo?, le preguntaban asombrados los discípulos que estaban cerca, cuando el ejercicio hubo terminado.
—El secreto, contestó un inmutable Nasrudín, consiste en aprender a dormir con los ojos abiertos.
martes, 13 de agosto de 2013
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