Un puchero de té
Un día Nasrudin estaba en un banquete cuando observó a un hombre ricamente vestido llenando de comida sus bolsillos.
—Es para mi esposa, no podía venir así que le dije que le llevaría a casa algo de comida, se excusaba al advertir ser descubierto.
Sin decir palabra, Nasrudín abrió el bolsillo del hombre y vertió en él un puchero de té.
—¿Qué estás haciendo?, gritó el avaro.
—Cuando tu mujer se haya comido todo eso, tendrá que beber algo, contestó el Mullah.
martes, 1 de octubre de 2013
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Soy un admirador de los dichos de Nasrudin.Que decir de este personaje,del que se dice,que en su tumba,no se sabe si está el o su asno.
ResponderEliminarEste Nasrudin me parece un poco cabroncete, pero no falla ni en sus dichos ni en sus hechos.
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