Todo a nombre de mi esposa
Un día Nasrudín estaba comiendo un gran pollo asado. Asomándose por la ventana un hombre pobre le suplicó:
—Por favor, deme un trozo de esa ave; estoy muerto de hambre.
—En lo que a mi respecta, respondió el Mullah, de buena gana se lo daría todo; pero, desafortunadamente, le pertenece a mi esposa.
miércoles, 16 de julio de 2014
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