Causa y efecto
Una tarde Nasrudín riñó con su esposa y le gritó con tanta animosidad que ésta huyó a buscar refugio en una casa vecina. El Mullah la siguió.
Fortuitamente, ocurría que, en aquella casa se estaba celebrando una fiesta de esponsales y tanto el anfitrión como los invitados hicieron lo posible para calmar a Nasrudín, e insistiendo para que la pareja se reconciliara, comiera y disfrutara.
El Mullah le dijo a su esposa:
—Querida, recuérdame que debo enfurecerme más a menudo; así, la vida valdría realmente la pena.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
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