Dos desastres
Nasrudín estaba en el palacio del emperador, en Samarcanda, cuando llegó un mensajero con noticias de hambruna en un país enemigo.
—Demos gracias a Dios; el hambre ni siquiera se ha aproximado a mi gran imperio desde que estoy en el trono, se jactó el Conquistador.
—Dios, muchas veces, puede actuar de maneras misteriosas, dijo el Mullah, pero sin duda alguna ni siquiera él enviaría dos desastres a Samarcanda al mismo tiempo.
sábado, 20 de diciembre de 2014
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