Mi espalda me dijo
Un día el rey supo que un juez local había perdonado a tres pequeños delincuentes. Inmediatamente llamó al desdichado funcionario y dijo a sus guardias que le azotaran con su propio cinturón. Y después de tantos y feroces latigazos, el pobre hombre murió por sus heridas.
Nasrudín fue designado sustituto. A partr de ese día, aparecía en la audiencia con un cinturón de plumas. Cuando se le preguntó por qué había escogido ese accesorio tan poco habitual, sonrió.
—Fue una idea de mi espalda. Me dijo que prefiere las cosquillas a la flagelación.
viernes, 9 de enero de 2015
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