Los mensajeros del rey
Cuando el Mullah Nasrudín era mensajero de la corte, fue enviado a
la casa de un gobernador local. Viendo el andrajoso manto del Mullah
y su descuidada barba, el arrogante gobernador arrugó la nariz.
—¿Qué mensaje traes?
—¡Uno del propio rey!, anunció a son de trompeta Nasrudín. Quiere que asistas a un banquete en el palacio esta noche.
—Aceptaré con gusto la invitación, aunque sólo sea para comentarle en persona la pobre apariencia de sus mensajeros. ¿No hay ningún hombre presentable para llevar las invitaciones del rey?
—Sí, muchos, pero han sido enviados a numerosos dignatarios más importantes que tú.
viernes, 10 de julio de 2015
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