Los dulces
La fiesta reunió a todos los discípulos del Mullah Nasrudin.
Durante muchas horas comieron, bebieron y conversaron sobre el origen de las estrellas.
Cuando era ya casi de madrugada, todos se prepararon para volver a sus casas.
Quedaba un apetecible plato de dulces sobre la mesa.
Nasrudin obligó a sus discípulos a comérselos.
Uno de ellos, no obstante, se negó.
—El maestro nos está poniendo a prueba, dijo, quiere ver si logramos controlar nuestros deseos.
—Estás equivocado, contestó Nasrudin, la mejor forma de dominar un deseo es verlo satisfecho. Prefiero que se queden con el dulce en el estómago, que es su verdadero lugar, que en el pensamiento, el cual debe ser usado para cosas más nobles.
domingo, 19 de julio de 2009
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