El cortejo
Nasrudin iba en el cortejo de un hombre rico que acababa de morir.
Casi toda la ciudad estaba allí. Nasrudin estaba llorando y sollozando.
—¿Qué ocurre Mullah? ¿Tenías alguna relación con el difunto?
—No, ninguna.
—Y entonces, ¿por qué estás llorando?
—Porque no tenía ninguna relación con él. ¡Por eso lloro!
martes, 30 de marzo de 2010
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