El nudo
El Mullah Nasrudin se encaminaba a su casa, merodeando su mente.
Decidió hacer algo, y para no olvidarlo se hizo un nudo en su ropa. Pero fue inútil, ineficaz, pues llegó a su hogar enfadado y repitiendo:
—Aquí está el nudo, pero... ¿para qué era?... Y por más que intentara recordar, fue en vano.
—Ahora vete a dormir y mañana por la mañana ya pensarás qué es, le insistía su esposa.
—No, es algo muy importante que había decidido hacerlo esta noche.
No puedo olvidarlo bajo ningún concepto, así que vete tú a la cama, le respondía el Mullah.
Cuando el reloj marcaba las dos, se acordó. Había decidido acostarse temprano. Para eso había hecho el nudo.
martes, 30 de marzo de 2010
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