Manos ocupadas
Durante la conquista tártara de Asia Occidental, el Mullah Nasrudin fue movilizado y alistado en el ejército. Un día, se encontró formando parte de una división enviada a reprimir una rebelión en una ciudad de la frontera. Alentados por el resentimiento, los habitantes de la ciudad derrotaron fácilmente a las tropas del emperador. Los pocos que sobrevivieron se vieron obligados a huir. En conclusión, Nasrudin regresó al palacio cubierto de cortes y contusiones.
El tirano Tamerlán le increpó duramente.
—¿Por qué no has podido impedir que te golpearan de esta manera? ¡Tenías espada y mosquete!
—Ellos fueron mi perdición, contestó el Mullah. Con las armas en una mano y mi conciencia en la otra, no me quedaba mano libre con que luchar.
jueves, 23 de agosto de 2012
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Sabia reflexión, menos mal que no habían móviles entonces. Saludos.
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ResponderEliminarInteresante blog te dejo +5 booster de boosterblog
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