El secreto de la sabiduría es reencontrarse con la naturaleza
Se dice que Lao Tsé, en un momento de su vida, ejercía la función de bibliotecario en Lo, capital del reino de Chou. Confucio buscaba introducir sus obras en la Casa Real de Chou y un discípulo le aconsejó que buscara la recomendación de Lao Tsé.
Cuando Confucio visitó a Lao Tsé y se dispuso a leerle sus numerosos escritos, Lao Tse le interrumpe y le pide que sólo vaya a lo esencial.
—Bondad y Deber, replicó Confucio.
Cuestionado por Lao Tsé, Confucio declaró su creencia en que bondad y deber eran sentimientos innatos en el ser humano.
—¿Y qué entiende usted por bondad y deber?, preguntó Lao Tsé.
—Tener un corazón sin fraude, respondió Confucio, amar a todos los hombres sin parcialidad.
—La segunda parte me suena muy peligrosa, contestó Lao Tse. Hablar de amar a todos los hombres es una loca exageración, y forjarse una mentalidad para ser imparcial es, en sí mismo, una especie de parcialidad. Si verdaderamente desea que los hombres no pierdan sus cualidades naturales, sería mucho mejor que estudiara cómo el Cielo y la Tierra mantienen su eterno curso, cómo el sol y la luna mantienen su luz, las estrellas sus apretados rangos, los pájaros y los animales sus agrupamientos. Así, aprendería a guiar sus pasos por el Poder Interno, seguir el camino que la Naturaleza enseña y bien pronto obtendría el objetivo desde donde ya no tendría que trabajosamente correr aconsejando la bondad y el deber, como el pregonero del pueblo que con su tambor va indagando la búsqueda de un niño perdido. ¡No, señor mío, lo que usted hace es disociar las naturalezas humanas! Una castilla del abanico puede cegarnos momentáneamente al extremo de que no sepamos si miramos al Norte, al Sur, al Este o al Oeste; hacia el cielo o hacia la tierra. Un mosquito o un jején es más que suficiente para mantenernos toda la noche en vela.
Todo este hablar de bondad y deber, estos alfilerazos continuos, irritan al que escucha; nada, en realidad, podría ser más destructivo para su tranquilidad interna. El cisne no necesita un baño diario para mantenerse blanco, de la misma manera que el cuervo no precisa entintarse diariamente para mantenerse negro. La simplicidad del blanco y del negro es algo que escapa a nuestras especulaciones.
Cuando es estanque se seca, el pez hace puesto para el pez en la tierra seca y se humedecen mutuamente con el aliento mojado, se rocían mutuamente con espuma de sus bocas. Empero, ¡cuán más felices son, olvidados uno del otro, en la libertad del río o del lago!
En bondad Lao Tsé va mucho más lejos que Confucio, quien dice que la maldad hay que retribuirla con la justicia y el bien con el bien. Lao Tsé quiere pagar siempre con el bien, sea la maldad o la bondad la que hay que retribuir:
—Si tú no peleas, nadie en la tierra será capaz de pelear contigo... Recompensa el daño con la bondad. Para los que son buenos, soy bueno; para los que no son buenos, también soy bueno; así todos llegan a ser buenos. Para los que no son sinceros soy sincero, y para los que no lo son también soy sincero; así todos llegan a ser sinceros. La cosa más blanda choca con la más dura y la vence. Nada hay en el mundo más débil y blando que el agua y, sin embargo, para atacar cosas que son firmes y fuertes no hay nada que pueda más que el agua. La hembra siempre vence al varón con su quietud.
lunes, 3 de diciembre de 2012
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Como siempre nos enseña algo que hay que descifrar poco a poco. Un besazo.
ResponderEliminarNo se si te hemos avisado de participar en nuestro reto del blog, no se si te gustan los retos, pero...
ResponderEliminar¿Te atreves?
http://podemos-juntos.blogspot.com.es/2012/12/reto-2-adornando-nuestro-blog.html
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarcual es la fuente donde se cita dicho encuentro??
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