sábado, 25 de octubre de 2014

Nasrudin



Compañeros ambulantes

Nasrudín regresaba de una visita a su familia política en la comarca cuando se encontró con el exasperante imam.
Reacio a caminar solo, el imam decidió olvidar su desagrado hacia el Mullah y se unió a él en el camino de vuelta a la ciudad. Y no habían andado mucho cuando el camino comenzó a subir en pendiente, y el imam no pudo evitar fustigar a su compañero:
—Alá misericordioso, sin duda has empinado este camino, sólo, para recompensar al Mullah por sus pensamientos irreligiosos.
—Gran imam, dijo jadeante Nasrudín, estás derrochando fuerzas con tus palabras, pues estás mal informado.
—¿Qué sabrá un blasfemo como tú de las obras de Dios?, sermoneó el imam.
—Esta mañana, cuando tomé este camino para mi trayecto de ida, se inclinaba hacia abajo y era fácil andar por él. Es sólo ahora, después de haberte unido a mí, cuando ha aparecido la pendiente hacia arriba.

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