Identidad equivocada
El Mullah Nasrudin estaba muy enfermo y todo el mundo pensaba que moriría. Su mujer ya vestía de luto y no dejaba de sollozar y gemir.
Nasrudin fue el único que no se inmutó.
—Mullah, le preguntó uno de sus discípulos, ¿cómo puedes enfrentarte a la muerte con tanta calma, e inclusive reírte a veces, mientras que nosotros, que no vamos a morirnos, estamos agobiados con la idea de que puedes dejarnos?
—Es sencillo, dijo Nasrudin. Postrado aquí, mirándolos, me digo a mí mismo: "tienen todos tan mal aspecto, que seguro que el ángel de la muerte confundirá a cualquiera de ellos con su presa cuando venga de visita, y dejará aquí al viejo Nasrudin un rato más".
martes, 4 de noviembre de 2014
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