Sabia inversión
—Ya soy lo bastante mayor para que se me confíen responsabilidades de adulto, dijo el joven Nasrudín a su padre.
—Si eres bastante mayor para que se confíe en ti, lleva a arreglar los pendientes de tu madre.
Nasrudín se dirigió directamente al bazar y los vendió, embolsándose el dinero.
—Dice el joyero que le llevará unos días arreglar los pendientes, dijo
a su padre.
Tan complacido por la naturaleza aparentemente digna de confianza del joven, el padre de Nasrudín le dio por adelantado la paga de tres semanas:
—Coge este dinero e inviértelo sabiamente.
Nasrudín se fue corriendo a la confitería más cercana y se gastó todo el dinero en golosinas, que consumió rápidamente.
Tres semanas después, su padre le preguntó cómo había invertido el dinero.
—Me alegra que me lo preguntes, respondió Nasrudín. Había pensado invertirlo en plata, pero me siento aliviado al decir que en vez de ello compré chocolate.
—¡Desgraciado! Y pensar que creí que eras una persona responsable.
—Padre, si lo hubiera invertido en plata, ¿quién me podría asegurar que no se iba a derretir al sol y consumirse como los pendientes de mamá?
miércoles, 5 de noviembre de 2014
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